Hola hola,

Segundo día de conversaciones cercanas ;)

Para hoy decidí contarles cómo nació y cómo se creó Atalá… así que empecemos.

Bueno, esto empieza tiempo atrás, y necesito dar contexto para que me entiendan. Además, un buen chisme siempre empieza así, ¿o no?

Desde que era muy niña, me encantaba y disfrutaba todo lo que tuviera que ver con vestirme, la moda, las marcas, etc. Creo que parte de este interes viene del lugar de donde es mi familia por parte de mamá: Sincelejo, una ciudad en la costa de Colombia donde realmente se vive el realismo mágico

En este lugar, crecí viendo a mi abuela ir a la modista para que le hicieran ropa a la medida. Allí buscábamos y nos inspirábamos con las “últimas” revistas de moda (quién sabe de qué años eran a la hora de la verdad, pero no importa). No había vez que fuera que no estuviera el plan de ir a ver telas y, claramente, mandarme a hacer el “conjuntico” para esas vacaciones.
Mi canal favorito cuando tenía 12-13 años era Fashion TV (no sé si alguien más lo vio, jaja) y amaba ver y discutir con mi mamá las pasarelas, las tendencias y todo lo que rodeaba ese mundo. Se convirtió en un reto personal aprenderme los nombres de todas las casas de moda más importantes del mundo junto con sus diseñadores, por qué no sé.
Y, por último, pero no menos importante, fue y es uno de los temas que más nos ha unido a mi mamá y a mí, y en general a las mujeres de mi familia.

 

El caso es que, durante el colegio, por mucho tiempo quise estudiar diseño de modas, pero por alguna razón decidí estudiar Relaciones Internacionales (igual también hacía parte de mis gustos y era buena en esta área). Terminé mi carrera, la amé, la disfruté, conocí a personas que hoy considero mi familia y empecé a proyectar mi futuro totalmente alejado de este mundo anterior con el que había soñado.

Al graduarme y enfrentarme a lo que serían mis primeros acercamientos a la vida laboral, empecé a tener un sentimiento contradictorio que me decía que esto no era lo que yo quería. Ese mundo político donde sentía el machismo en su máximo esplendor, donde abiertamente me decían que para llegar a ser alguien tendría que prácticamente renunciar a mi vida y muchas cosas más que ya se podrán imaginar.

Todo esto solo me hacía preguntarme: ¿Será que esto sí es lo que quiero para mi vida? Entre todas estas aventuras me voy a Miami, hago una pasantía y cuando me toca devolverme a Colombia, sin trabajo y sin saber cuál era el camino a seguir, me llama una tía (con la que toda la vida he compartido esta pasión por la moda) a decirme que tenía un amigo que necesitaba una mano derecha para su empresa. No me dijo ni de qué trataba, solo que me iban a llamar.

Esto fue en un diciembre y dicha empresa se encargaba de asesorar marcas de moda colombianas que quisieran empezar su proceso de internacionalización, a lo que yo inevitablemente dije sí. Y allí mi camino volvió a llenarse de moda.

Las cosas del destino, diría yo, pero la realidad no fue tan fácil. En cierto modo, también estaba esa dualidad de sentir que iba a decepcionar a mi familia por no ejercer mi carrera y que eso se interpretaría como un fracaso en mi vida (let’s bring the drama). Hubo varias conversaciones difíciles al respecto con mi mamá y, a medida que pasaba el tiempo y yo seguía en esta empresa, sentía cada vez más presión por tomar una decisión y, a la vez, una pasión cada vez más fuerte por este mundo.

Llega la pandemia y, durante esos momentos de reflexión que todos tuvimos, algo dentro de mí hizo el duelo con dejar morir mi carrera y abrir este nuevo camino. Fue entonces, al trabajar de la mano con varias marcas, cuando se empezó a gestar la semilla de tener mi propia marca.

En septiembre de 2020, decidí decirle a mi mamá que quería hacer este proyecto con ella, que si nos lanzábamos juntas a crear una marca que nos representara... y bueno, ya saben la respuesta.

¡En menos de tres meses teníamos lista la marca, el concepto, los proveedores, los primeros diseños, todo! Fue tan fácil y gratificante hacerlo; todo fluía. Y así, en noviembre de ese año, nace (con mucho miedo y con la vulnerabilidad a flor de piel) Atalá.

  

Aprovecho para responder una pregunta que me hacen constantemente: ¿por qué una marca de resort o de tierra caliente si vives en Bogotá? Bueno, porque nunca sabía qué ponerme cuando viajaba a Sincelejo, ya que no me identificaba con nada de lo que era la moda "caribeña", llena de color, estampados y volúmenes. No, esa no era ni soy yo. Así que sí, Atalá responde a esa necesidad de tener una marca con la cual pudiera vestirme sin dejar de ser yo en tierra caliente.

Hoy, dos años y medio después, seguimos con este sueño que me ha hecho enfrentar muchos miedos, pero que también me ha dado varios de los momentos más gratificantes y felices de los últimos años. Créanme, enfrentarme al qué dirán, al "pero tú no eres diseñadora, ¿por qué tienes una marca?", al "no ejerciste tu carrera", al "este es el camino más difícil, ¿estás segura?" y a miles de comentarios y opiniones más, no ha sido nada fácil. Pero agradezco a mi círculo más cercano: mi mamá, mi novio, mi familia, mis amigas, que siempre han creído en mí, incluso en los momentos en que yo no, y pues sí... a mí, a mi determinación y auto convencimiento de que sí soy capaz.

Si llegaron hasta aquí, gracias yo sé que estuvo larguito jeje

Espero que hayan disfrutado leerlo tanto como yo disfruté escribirlo.

¡Nos vemos la semana que viene para más conversaciones cercanas!

 Marcela.

Marcela Ocampo