Hola hola,

De nuevo por aquí.

Pasé dos semanas en las que sentí que debía concentrar mi energía en cosas increíbles que están sucediendo con Atalá.

Pero estamos de vuelta con un tema que sé que todos atravesamos en algún momento, y que he experimentado en estos últimos meses en mi vida personal:

Lanzarse al vacío y sentir el miedo de "tomar la decisión correcta".

Lo primero que quiero compartir es una frase que me ha acompañado y reconfortado en muchos momentos en los que he sentido la presión de tomar una decisión: nunca va a haber un momento perfecto para tomar la decisión, solo hay que hacerlo.

Este año tomé una de las decisiones más importantes y difíciles que he tenido que tomar en mucho tiempo: decidí dejar mi trabajo para dedicarme 100% a esta marca. Llena de miedo, incertidumbre, nervios e inseguridades, decidí lanzarme al vacío.

Había algo que tenía claro desde que creé Atalá, y era que esto era lo que quería como proyecto de vida. Sin embargo, a veces olvidamos que debemos ser consecuentes con nuestras acciones diarias para alcanzar esa gran meta.Recuerdo que a principios de año hablaba con mi psicóloga sobre este tema y sobre mi miedo a fracasar si tomaba esta decisión. Su respuesta se quedó muy grabada en mi mente: es más probable que fracases si no te lanzas.

Y sí, parece obvio cuando lo decimos, pero si no era yo quien estaba al frente de mi proyecto, si no le dedicaba el mayor porcentaje de mi tiempo y energía, si no le daba ni siquiera la oportunidad de convertirse en mi "proyecto de vida", el camino más seguro (permanecer donde estaba) era, al fin y al cabo, mi mayor miedo: fracasar.

Oigan, y aunque suene sencillo, no lo es. Me tomó 6 meses prepararme financiera (y mentalmente, jaja) para dar la noticia en mi trabajo, y cuando llegó el día, ¿qué creen? Tampoco sentía que estaba 100% lista, ¡pero lo hice! y en ese momento se siente como si fuera el fin del mundo y ya cuando atraviesas la incomodidad te das cuenta que no, que ya pasó.

Fue difícil e incómodo, una sensación agridulce, pero creo que, si no hubiera tomado esa decisión, me habría sentido como si me hubiera traicionado, porque en mi interior sentía ese llamado. No sé cómo explicarlo, pero sé que me entienden.

Hoy, un mes después de haber renunciado, me siento más viva que nunca, sintiendo que cada esfuerzo, cada día de cansancio, es para invertirlo y hacer crecer, ahora sí, mi proyecto de vida.

Quería dejarles esta reflexión hoy porque, a veces, el miedo nos paraliza, pero es necesario salir de nuestra zona de confort para avanzar y alcanzar lo que queremos.

Conclusión poética, las decisiones más importantes de la vida suelen estar acompañadas de miedo e incertidumbre, pero también son las que nos acercan más a nuestros sueños. No esperes el momento perfecto, porque tal vez nunca llegue. Atrévete a dar el salto, y confía en que cada paso te llevará más cerca de tus objetivos. Al final, lo que más valoramos es aquello por lo que decidimos arriesgarlo todo.

Nos vemos prontooo ;)

Marcela.

Marcela Ocampo

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— Lui